Los temas de mi interés son variados. En algunas cosas podemos coincidir, en otras no. No necesariamente vamos a ser clones unos de otros pensando de una única forma y sin matices. Yo expongo mis valores, para mi son importantes y son el fruto de casi 40 años de reflexión. Pueden estar equivocados o necesitar un retoque, un aggiornamiento o un nuevo punto de vista. Pero ojo, no siempre lo nuevo es mejor. Y no siempre lo nuevo es justo y honesto. Yo sigo en mi misión autoimpuesta de tratar de exponer porque para mí son justos y honestos los valores que defiendo. Puedo equivocarme, pero lo hare buscando la justicia.

jueves, 2 de agosto de 2018

De religión y política.

Como católico, siento vergüenza de la actitud de los jerarcas de la Iglesia católica. 
A mi ver la Jerarquía eclesial, que no tiene que englobar a la Iglesia, que somos todos los católicos, cometió un pecado original que ha sido siempre involucrarse en la política nacional. Hay que aclarar que este involucramiento en la política de los religiosos no empieza con Francisco, o con Quarraccino o siquiera con el antiperonismo del 50. Empieza hace 2 siglos y ha continuado pensando, ciegamente, que por ser la religión oficial, puede hacerlo sin más.
Hace 2 siglos la Iglesia tenía tal poder e influencia que logró incluso incluirse en las cláusulas de piedra de la Constitución en ciernes. Incluso ante fuertes corrientes liberales. Hoy, la Iglesia es una mayoría en retroceso compuesta por gente que en general no es devota y menos aun practicante.
Generalizar está mal. Hay más devoción en el interior que en estas ciudades berretas, llenas de progretudos que creen que ser ateo (1 de 100 entiende que es ser ateo, los otros 99 lo son y no saben que es serlo) o antirreligioso es estar a la moda.
El Cardenal Bergoglio cometió el error de querer jugar aquí, una vez electo, el mismo juego que el difunto Juan Pablo II jugó en Polonia apoyando a Lech Walesa. Pero ni Bergoglio era el hábil JPII ni su Walesa local fue el correcto: se abrazó al kirchnerismo. O más bien, este se aferró al nuevo Papa.
Bergoglio-Francisco se creyó entonces con el poder de usar a una banda de troskos anticlericales como su basa para ganar influencia en la política argentina. Como muchos antes que él, creyó que se puede jugar con el fuego y no quemarse, pactar con el diablo y ganar el paraíso. Creyó que su apoyo a los peronistas y a la izquierda iba a redundar en una ganancia de amor y fe del "pueblo humilde". En su lugar, cada foto con un kirchnerista amplió las filas del anti catolicismo. Como corresponde a un papa, su error es de proporciones bíblicas.
Bergoglio se apoyó, en parte por conveniencia, en parte por afinidad, en los autodenominados "curas villeros", que jugaban a heredar de los curas marxistas del siglo pasado. Segundo grave error. Se vio claro en el tema aborto como estos curas tramposos son un salvavidas de plomo.
Como para "equilibrar su corrimiento al rojo", Francisco volvió a sus amores de juventud entre los peronistas. Algo que, claramente, en una sociedad agrietadísima y cansada de peronchos, solo contribuyó a hacer la brecha más profunda.
Estos errores innecesarios de un poder que, sin olvidar lo terrenal, debe orientarse a lo espiritual, nos llevan a este estado en que cada cosa que diga un cura, aunque sea la más sensata, es tomada como un ataque al gobierno y un apoyo a la oposición. Camino de difícil retorno en el que Bergoglio nos metió sin necesidad.
Lo vemos en el tema aborto, dije. No importa como se encare desde la jerarquía el tema, es tomado como una "afrenta" por el conjunto de "idiotas útiles" tan proclives a defender causas de multinacionales y a "enojarse" por todo. Y cuando llegas a ese punto, no hay diálogo posible
Entonces ves a boludos de la peor traza, pobres tipos sin cultura, que repiten el mantra "vos te opones al aborto porque te lo dice Francisco", corriendo el eje del real problema:
Vos, pro-muerte, apoyas una ley de pena de muerte a un inocente sin culpas, basado en ideas ajenas, fomentadas por una izquierda que usa el aborto no para beneficio de la mujer sino para causas estas grietas en la sociedad, financiada por multinacionales más interesadas en los negocios relacionados con el aborto que en la mujer, apoyada por feministas tan nazis que Menguele se sentiría un poco incómodo en su presencia. Pero como no tenés cabeza para razonarla, crees que todos somos como vos.
Porque es verlos y ver que ni siquiera son originales en sus argumentos o sus retruecanos: queremos el aborto porque envidiamos matar niños como Uruguay o Suiza o EEUU, así, por mero gusto. Y "total, igual se va a seguir matando. Aprobalo". Claro, en el medio hay una sazón amoral odiosa y perversa que nadie se anima a recalcar por miedo a que la comunidad "progresista" lo estigmatice.
Pero aquella parte que debiera interceder, mostrar mesura y ser fuente de consulta moral, la jerarquía religiosa preponderante, se encuentra tan sucia, tan enfangada que más que reservorio de sabiduría es fuente de burlas de parte de tipos que en general, a duras penas suman 2 y 2.
 Lentamente, mientras convierte a todos los creyentes en objeto de burla, Francisco y su troupe van haciendo la labor anti-misionero:

Convertir la religión común de nuestros padres fundadores en una secta que se reduce y se aísla.

Esto, así, no puede seguir.

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