Vimos el último domingo el programa de
Jorge Lanata y descubrimos la corrupción, la miseria, el hambre y la explotación
que pasa la gente ahí nomás, cruzando la General Paz. Muchos nos indignamos lo
indecible. Bah, los que no vivimos en un frasco de galletitas. Y al descubrir
la realidad más allá del relato, muchos putean a Cristina, otros al
kirchnerismo o al inexistente modelo. El tema no es el kirchnerismo o Cristina.
Si alguien cree que con sacarlos del poder y poner a otros esto se termina,
lamento decirle que es muy boludo.
Siempre dije que el kirchnerismo, como el
duhaldismo antes que este o el menemismo antes que este, el peronismo, el
camporismo, el loperreguismo o el peronismo clásico de Perón, son emergentes de
un país injusto corrupto y brutal.
Entonces, sacá a Cristina, poné a Massa Presidente, y Lanata volverá a
denunciar el hambre, la sed y la pobreza extrema en el país en un par de años.
Nada habrá cambiado. ¿Porque? Porque el problema no está en el peronismo, o el
kirchnerismo. Está en nosotros, en vos, en mí, en todos los argentinos y
lamento decirlo, en todos los que emigran a esta bendita y maldita tierra.
Entiendan bien: en el massismo están
convergiendo los ex Kirchneristas que antes convergieron a este desde el
Duhaldismo y que a su vez convergieron a este desde el menemismo y así pasando
por la renovación peronista hasta llegar a Perón. El PJ se recicla y los mismos
gobernadores conservadores y familias feudales del interior y el conurbano hoy
son menemistas, mañana kirchneristas y pasado Massistas. Entonces, es difícil
prever que el que fue feudal, corrupto, opresor durante décadas, por el mero
hecho de cambiar el nombre del partido cambie sus arraigados malos hábitos.
Es nuestro
deber exigir éticamente a los que quieran guiarnos una conducta intachable. Y
castigarlos ante cualquier desvío. Es algo en lo que insisto siempre y a lo que
llamo “Voto Ético”: Elegir por conducta, trayectoria, honestidad. Y castigar
con el voto la corrupción, la complicidad, la mínima falta antirrepublicana. No
enamorarnos del marketing y los personajes de papel que este crea. Y
sobre todo, una vez tomado el camino, no desalentarse. Porque si llevamos 200
años elegiendo al peor líder en el cargo más delicado, serán décadas de “Voto Ético” antes
de ver la luz al final del túnel y salir
de este ciclo de decadencia perpetua.
Pero a este “Voto Ético” debemos agregar un
cambio ético propio. Cada uno. No podemos exigir honestidad y coimear al cana que
nos hace una multa, no podemos exigir honestidad si después evadimos impuestos o facturamos en negro o
contratamos en negro. Porque una nación de gente egoísta, corrupta,
facilista fue el caldo de cultivo del peronismo original. Nosotros (o nuestros
ancestros más específicamente, pero me refiero al conjunto de la sociedad
argentina) creamos al monstruo. Luego el monstruo se alimentó de lo más
profundo y malvado de nosotros. Porque es más fácil hacer el mal que el bien.
Y esta no es una definición de libro de aventuras. El peronismo (al que Carrió
acertadamente define como PeJotismo) creció monstruo. Creció hidra. La gente,
la sociedad argentina, alimentó al monstruo y le dio poder sobre nosotros que
el PJ ejerce sobre nuestra nación hasta hoy.
El PJ creció y a este confluyeron los mejores
de los peores. Y así se creó ese “campo de distorsión de la realidad” donde lo
malo es bueno, lo bueno es boludo, robar está bien y cualquier camino es válido
para obtener nuestro beneficio, no importa el daño que se cause en el camino. No
importa mientras el discurso es lindo y patriotero e inflama esa vena
autoritaria y triunfalista del argentino. 70 años hemos vivido en ese campo de distorsión
de la realidad. Hemos sido víctimas de lo que ayudamos a crear. Hemos
tenido casi un “síndrome de Estocolmo” a nivel político con aquellos que nos
han tomado de rehenes por décadas. Pero el mal no es el monstruo, el PJ. Es
como culpar al rottweiler que mata a un niño. La culpa es del dueño que crió un
perro asesino sabiendo cómo era y permitiendo que saliera libre.
Cristina existe porque nosotros le dimos el poder al Kirchnerismo porque creímos
que era solo ganarle a Menem y cambiar. Lo
admito, yo también lo creí durante unos años. Pero el problema está en
nuestras cabezas. En nuestra fijación mental que nos hace venerar a un hijo de
puta como Maradona y reírnos del tipo que paga sus impuestos, en admirar
a tipos que “venden humo” “fuman debajo del agua”.
Cuando escuchaba a Cristina comparar esta
fallida Republica con Australia y Canadá me preguntaba ¿Cómo hicieron para ser
mejores que nosotros? simple: dijeron, acá se respetan las leyes, se
hacen las cosas bien y el que no, las paga. Eso debemos hacer. O seguir
perdiendo hasta que dejemos de existir como nación.
Ya les di la solución. La única que creo
importa. Es tan elemental que no entiendo como nadie la dice. La solución al
problema argentino No es un cambio de modelo económico, o político, o social.
Ni siquiera es un problema educativo. Es más profundo que liberar el dólar o
bajar las tasas o abrir o cerrar las importaciones. Ni Privatizar o Estatizar. Hemos
probado todas estas recetas por 200 años y no han resultado. La solución es
cambiar nuestras cabezas. Exigir honestidad a rajatablas y practicar lo
que predicamos.
Es hacer de una buena vez, un cambio Ético.